Tener pena de los otros es cosa de petulante,
Pero pareciéndose con un veraneante,
Fotografiando aquí y allí a desgracia ajena,
Llenos de gracia descabida y verborrea.
En fin hay muchos allí que se juzgan los tais,
Que todo pueden, tratando como animales
Los que les son iguales, anti congruencia
Reinando incólumne – y en permanencia.
Criaturas pidiendo atención son repelidas,
Por estas gentes sin corazón impedidas
Por el egocentrismo que las pierde de todo.
Y regressando a casa llenas de vil ánimo,
se pone a fumar ciertas flores de cáñamo,
Para así olvidar sus casas de lodo.
Jorge Humberto